Conocí a Spiderman cuando se hacía llamar el Hombre Araña, en aquellos dibujos animados doblados en sudamericano, en el pueblo de mi abuela, donde se pasaban los largos veranos y aquellas vacaciones que duraban tres meses. Aquellos dibujos animados en blanco y negro, en casa de la vecina, ya que nosotros aún no teníamos televisión, y mi abuela era reacia a que entrase en su hogar, narraban las aventuras del Trepamuros, para después deleitarnos con otros personajes que ni recuerdo, salvo Gasparín y Gasparón, que muchísimos años más tarde sabría que era Casper. Eran unos tiempos en los que anhelaba el regreso del verano, para pegarme tres meses sin hacer absolutamente nada, salvo jugar y disfrutar. Aquellos tiempos hoy son un leve recuerdo del pasado, tan lejano ya, y la forja del friki que hoy en día soy...