Han pasado demasiados años desde que yo empecé a leer, y a descubrir esta pasión por la viñeta, algo que pronosticaban que dejaría de interesarme cuando entrase en la adolescencia, aunque nunca fue así, pues esa entrada en la revolución más dura de la época de una persona no hizo sino acrecentar mis deseos por coleccionar, leer y devorar casi todo lo que caía en mis manos. Desde el Pumby hasta el Capitán Trueno que me regalaba mi tía cuando íbamos al pueblo, pasando por el Pulgarcito y las adaptaciones del Mazinger Z. En aquella época, se consideraba que leer tebeos era una cosa de niños, y nos discriminaba todo el mundo por ello. Recuerdo, aparte de haber sufrido las burlas del resto, como mi mejor amigo de aquella época tan lejana en el tiempo, me miraba fríamente y me mandaba a tomar por el saco(eufemísticamente hablando)si hablaba del Escuadrón Suicida o Flash. Querían apartarme de este apasionante hobby, que no perjudica a la salud, como otros, pero nunca lo consiguieron. Hoy por hoy, soy un coleccionista, friki orgulloso de ello, y sobre todo un lector, ávido de aventuras, y capaz de demostrar que una historia contada a través de la viñeta no tiene por qué ser infantil.